La hazaña que conquistó Tampa

Se escapa de nosotros una temporada más de NFL, una temporada complicada y extraña en muchos sentidos; por varias semanas pensamos que el COVID – 19 y la situación actual harían imposible que llegáramos al Super Bowl. Conforme pasaban los partidos y se sorteaban los obstáculos, nos emocionábamos cada vez más con la posibilidad de disfrutar de la fiesta más grande en el mundo del fútbol americano y de los deportes americanos en general.

Después de eliminar en la final de la Conferencia Nacional a unos Packers que lucían como favoritos durante toda la campaña, Tom Brady y sus renovados Buccaneers trasladaban la fiesta a su ciudad natal, convirtiéndose en el primer equipo de la historia en lograrlo.

El Super Bowl LV quizá ha sido uno de los que más expectativa han generado en mi, pensaba que la ofensiva de Kansas City era una de las pocas que podrían tener un duelo directo con la defensa de Tampa Bay, pero tal parece que la poderosa ofensiva claramente no salió en un buen día.

Con Kelce y Hill prácticamente eclipsados por la defensa de Tampa, Mahomes solamente tuve 26 pases completados, de un total de 49; además también se convirtió en el QB más presionado en la historia del Super Bowl, gracias a una pobre actuación de su línea ofensiva.

Dejando de lado teorías de conspiración, si bien a mi parecer el arbitraje estuvo ligeramente inclinado hacia el lado de Tampa, la realidad es que esto sucedió sobre todo por la indisciplina y la frustración que tenían los mismos jugadores de los Chiefs, desde el segundo cuarto la defensa de KC demostró que se estaba viendo superada por los receptores de los Bucs, sucumbieron a la presión y no supieron darle vuelta a un partido que en ese momento aún era rescatable.

Los Chiefs cayeron en el juego mental que debieron evitar, respondían a “aparentes agresiones” con castigos que solamente los perjudicaban a ellos y que los terminaban alejando aún más en el marcador, cuando entraron al último cuarto la hazaña milagrosa que esperaban los fanáticos de Kansas se veía más complicada que la que llevaron a cabo el año pasado.

Pero mientras tanto otra hazaña se cocinaba: Tom Brady haciendo gala de su experiencia y del excelente equipo que tenía a su alrededor, se acercaba más a la conquista de su séptimo anillo de Super Bowl algo solamente logrado en la historia del deporte americano por Michael Jordan, el mejor deportista de todos los tiempos.

Como fanática de los Giants, estaría mintiendo si les digo que una nueva marca en la carrera de Brady me alegra, pero lo que sí puedo hacer es reconocer lo que ha logrado. Con ayudas, sin ayudas, con Belichick o sin Belichick, el pasado domingo Tom Brady nos demostró que llegó a un equipo que no estaba aspirando a nada para convertirlo con su sola presencia en un candidato al título. Tampa Bay le cedió las riendas del equipo, le trajo a los jugadores que quería y él les respondió con un nuevo anillo.

Llegó el momento de que dejemos la discusión que este señor ha protagonizado desde hace varios años, Brady ha silenciado a todos sus críticos, y a la mayoría se les van agotando los puntos para demeritar sus logros.

El factor Brady en esta ocasión fue superior al factor Mahomes, aunque si bien creo que el MVP que le otorgaron fue algo forzado (de alguna forma tenían que cerrar el guión hollywoodense), todo el equipo de los Bucs se vio inspirado por la influencia y la mentalidad de Tom.

Las historias de Tom Brady y de Patrick Mahomes sin duda aún tienen varios capítulos pendientes, y nosotros continuaremos a la expectativa de lo que la próxima temporada tiene para ofrecernos.